Si a las personas se las conoce por su nombre, en el caso de Jesús esto sirve, además, para conocer lo que hay más allá de su simple apariencia física, para adentrarnos en la insondable intimidad de su persona. Porque muchos de sus nombres son hebreos y en Israel, como en general en los pueblos antiguos, el nombre no es una fórmula convencional o una mera abstracción, sino la definición y la expresión de la esencia de la persona, su equivalencia total. La persona es lo que el nombre significa. Por eso conocer el nombre, es conocer en profundidad la naturaleza y la función de la persona.