El Padre Eterno es el principio sin principio, el creador del mundo, la fuente de donde todo se deriva y adonde todo confluye, el sustentador de cuanto existe. La última referencia siempre es él.
Pero, ¿cómo es él? ¿Cómo podemos hablar de él, si es, además, del que más tendríamos que hablar?
Hablar de él acudiendo a nuestra imaginación y discurriendo desde la filosofía especulativa puede perdernos en puras abstracciones y caer en el vacío. Los conceptos, a veces, no se corresponden con la naturaleza de las cosas, y, al referirse al misterio, menos todavía. Las imágenes sobre la divinidad son sólo eso, imágenes que no pueden reflejar al imaginado…